Si, con seguridad ése es el banco- dijo para sus adentros.
Matilde se acercó como si el tiempo la apremiara. La plaza en cuestión, era la de su adolescencia, en la cual se reunía con su amigo.
Hoy en día, abandonada en forma lamentable; las farolas, las pocas en pie, apenas alumbraban, los senderos casi imperceptibles.
La hora era la misma: las 20,30. ¿Cuántas cosas allí ocurrieron?
Charlas hasta altas horas de la noche. El calor de sus cuerpos que al pequeño roce lograban estremecer inclusive las hojas caídas.
Sus caminos se separaron. Ella por uno...él por otro. Nunca se volvieron a encontrar. Hasta aquel aviso pequeño en el diario.
Al principio no le dio importancia. Pero algo dentro de ella la obligó a releerlo.
Es por ello que esa noche estaba allí. ¿Esperándolo?
Dejó su familia sin dar explicaciones. Viajó y viajó para llegar a la plazita del pueblo.
Sus hijos ya la comprenderían. Su marido quizás no.
¿Vendrá ? De seguro que no.
¿Porqué no obstante volvió?
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beto brom
Shalom, bienvenidos amigas y amigos. Llegaron al lugar donde las palabras no están de más. Abran sus corazones, den rienda suelta al tiempo. Permitan que los ojos guíen vuestra mente. Aquí narro cuentos que el libre albedrío otorgado a mi diestra consiguió llevar al papel; además encontrarán crónicas sobre mis paseos por el mundo y de experiencias vividas. Este es el momento y este es el lugar. Es el patio de los encuentros. Adelante....
hola Beto, me gustó este relato, me lo llevo a mi blog http://misspubis62.blogspot.com
ResponderBorrarabrazobeso desde Chile, Ro
Agradezco tu visita, Rocio, y tienes mi OK, y desde ya muy agradecido.
ResponderBorrarAbrazotes.
beto
Querido Beto, un banco de una plaza, tiempos de recuerdos lejanos, sí, muy lejanos, quizás demasiado para dos seres que el destino unió un día en sus mocedades, y luego, al emprender el vuelo a distintos nidos en la vida, se separaron para no ¿encontrarse más?.
ResponderBorrarEl aviso en el diario le trajo a Matilde el perfume de los años idos, de esos que hacen humedecer los ojos como cuando revisamos, ávidos de curiosidad, los baúles o arcones de nuestros antepasados.
Él seguramente no vendrá, salvo que imaginemos que ese aviso pequeño en el diario era un llamado de ese pasado para Matilde, o es ella, quizás, quien busca afanosamente ¿ese ayer perdido en el tiempo?.
Matilde vuelve por esos recuerdos de instantes compartidos con dulzura, por esos recuerdos sedientos de presencias intangibles que logran apaciguar en el alma esa tristeza que provocan las ausencias.
Beto, hermoso tu relato, siempre nos queda en la memoria esos recuerdos de los buenos momentos pasados donde el alma los mantendrá eternamente despiertos, mas son solo eso: Recuerdos, y Matilde, lo sabe, ¡pero!, ¿se habrán encontrado?...
Cariños.
Cristina.
Así es Cristinira, hay recuerdos que golpean, como las bravías olas sobre el ya gastado acantilado, queriendo decir algo, que nos es entendible.
ResponderBorrarUn gustazo recibir tus profundos comentarios. Los agradezco y mucho.
Neshicot para ti.
beto