Salió corriendo
del auto, casi se olvidó de cerrarlo. Era su primer día en su flamante empleo,
no quería llegar tarde y empezar dando una mala impresión. Faltaban escasos
minutos para la hora de entrada, estaba aún el viaje en ascensor hasta el piso
quince.
Nuevamente la ley de murphy se cumple: decenas de personas a la
espera de los ascensores (tres). Al ver entre ellos a su nuevo jefe se calmó un
poco, le sonrió y acercándose lo saludó, comentando la perdida de tiempo.
-Es por ello conveniente llegar con unos
minutos de anticipación, evitando así, esta aglomeración diaria, tómelo en cuenta
en lo sucesivo, ¡por favor!-.
Al oír estas
palabras de su futuro jefacho, tragó saliva
optando por no contestar. Recién pudieron entrar en la segunda remesa,
llegando con un retraso de cinco minutos, en éste su primer día. No considero
nada agradable este comienzo.
Ya en la entrada
se dirigió directamente a la oficina de la secretaria general; la misma que en
su momento le había informado, en forma bastante fría, que entonces le molestó
sobremanera, que su solicitud de empleo fue aceptada, como también la remuneración requerida, (dicho sea de paso recordó que cuando llenó el formulario en el
rubro remuneración, dudó unos segundos, optando por anotar una cifra mucho
mayor que la que había pensado en un principio. La saludó en forma simple y
correcta, recibiendo, vaya sorpresa, un saludo lleno de cortesía y amabilidad.
Nada que ver con las dos veces anteriores. Sin entender el porqué y aun
impactado por el reaccionar de la secretaria, no se percató de la entrada de su
jefe por una puerta lateral, muy bien disimulada por un inmenso mural con
dibujos psicodélicos. Preguntó cual era la oficina que se le había asignado; no
terminó de pronunciar la frase, se apresuró la secretaria pidiéndole que tenga
la amabilidad de seguirla.
Fue tras ella un corto trecho, bajaron unos pocos
escalones y se abrió ante ellos
un hermoso salón.
Aquí y allí desparramados sillones con mesitas adjuntas,
todo iluminado por una
cálida luz solar proveniente de un hermoso y amplio
ventanal semicircular. Al
fondo, en el extremo derecho del recinto, un moderno bar, rodeado
por una
lustrosa baranda, con sus correspondientes butacas
altas. La servicial secretaria, que parecía otra persona, le explicó que la
sala era para uso del personal jerárquico,
como también para invitar a
clientes a una pausa, acompañándose con un trago. Se dirigieron a un pasillo muy ancho y alfombrado que se abría en un costado. De allí
caminaron hasta una mesita sobre la cual descansaba un pequeño aparatito con una
abertura en el frente; ella introdujo una tarjeta, abriéndose frente a ellos
una puerta de doble hoja.
Entraron en otro salón circular, con una docena de
puertas alrededor del mismo,
c/una con su cartelito al frente. Ella señaló la
tercera de la derecha. Al acercarse
vio escrito su nombre y debajo Investigaciones. No
entendía nada. Ni el porqué
de su ubicación allí,
y menos lo de la especialidad. Optó por callarse y dejar las
cosas seguir su rumbo.
Era una oficina
amplia, completamente amueblada al estilo moderno, exactamente a su gusto.
Sobre una mesa adicional junto al escritorio, demasiado grande dicho sea de
paso, se encontraban todos los implementos hoy en día necesarios para los trabajos
de oficina: monitor, fax, impresora, etc.
La secretaria
señaló una pequeña lista, que estaba sobre el escritorio: los teléfonos de los
distintos departamentos, sus encargados, en fin, lo necesario. Agregó que a escasos metros de allí, se
encontraba su secretaria, más un plantel
de empleadas a su disposición.
Oprimiendo el número 1, una de las secretarias se presentaría en la
oficina a los pocos instantes. Además le mostró una pequeña puerta disimulada
en un costado, que conducía a un tolete personal provisto de todo lo
imprescindible. Antes de retirarse, fue muy explícita al explicar sobre el
contenido de una carpeta depositada sobre el escritorio. En ella estaba
detallada la historia de la empresa, detalle por detalle, desde sus comienzos
hasta la fecha. No estaba de más que se le eche un vistazo, me insinuó. Agregó información sobre la reunión, en la
cual estarían presentes todos los miembros de la plana mayor, en la cual se lo
pondría al tanto de todos los pormenores respecto a su función en la empresa.
Antes de salir recalcó que las reuniones comenzaban exactamente a la hora
estipulada; la de hoy comenzaría a las 13,15hs. Si yo lo creía necesario, se lo
recordará diez minutos antes con un llamado telefónico.
Aceptó agradecido.
La tan servicial anfitriona saludó correctamente y salió.
Segundo
capítulo
Dejó el
portafolio sobre el escritorio, miró un poco a su alrededor. Estaba en un
lugar extraño, frío, sin entender que es lo que realmente hacia allí. Se acercó
al ventanal, el sol brillaba en su esplendor, mucho más abajo corrían los
coches; en frente a ambos costados, un par de edificios con decenas de
ventanales. “Lo conseguí”, se dijo a si mismo. Un puesto en una empresa de
categoría, en pleno centro de la city, con un sueldo excelente ¿Qué más podría
pedir?
Se sentó en su sillón, muy cómodo por cierto.
Tomó la carpeta en sus manos. El logo repujado en el centro de la tapa mostraba
las palabras tezón y tiempo, con letras doradas, debajo el
nombre de la empresa. Comenzó leyendo los nombres de los directores, jefes y
encargados.
Al poco tiempo
se encendió una lamparilla en un costado del conmutador, levantó el auricular,
una sensual voz de mujer consultó si deseaba tomar algo. Pidió un expreso doble sin azúcar y continuó leyendo. Los distintos departamentos constaban de
un buen número de empleados, llamando la atención que eran sólo hombres, sin
excepción. Unos suaves golpecitos en la puerta, los contestó con un también
suave-¿si?-
Entró una
hermosa mujer, no muy joven, lo saludó, dejando a su lado un carrito, con el
café solicitado y unas cuantas masitas de confitería.
Con una pequeña
sonrisa en su carita, desapareció. El nuevo empleado quedó unos instantes
observando la puerta, disfrutando, en mente, de la figura de la damita.
El camino
recorrido por la empresa, en sus cincuenta años, estaba galoneado con muchísimos
logros: había allí recortes de diarios, lista de medallas, decoraciones y
diplomas, que premiaron decenas de veces la labor realizada. Con respecto a las
ocupaciones específicas de los distintos departamentos, dedicó principal
atención pues notó la similitud de los distintos campos de trabajo de c/uno.
Y allí estaba
cuando una suave voz, no menos sensual que la anterior, le recordó la cercana
hora de la reunión. Accionó el botón correspondiente solicitando ser
acompañado al lugar de la reunión. No alcanzó a terminar la frase. Apareció una
joven, pidiéndole que tenga a bien seguirla.
Salieron a los
ascensores. Se detuvieron en el piso el 16, lo invitó a salir, permaneciendo
ella dentro del elevador.
El piso en
cuestión era una especie de sala de conferencias. Detrás del podio del conferenciante una amplia pantalla que ocupaba toda la pared, en aquellos momentos mostraba hermosos
paisajes montañosos, lagos, bosques y parques llenos de flores. Las dos
primeras filas de butacas estaban a media ocupar, calculó no más de diez
personas. Nadie se percató de su presencia; ocupó un lugar en la cuarta fila,
en el centro y esperó. Transcurrieron unos pocos minutos, apareció, por una
puerta situada a un costado de la pantalla, un hombrecillo de unos 55 años,
medio calvo, muy bien vestido. Saludó y así se expreso:
-Nuestra reunión de hoy tiene por finalidad
presentarles al Sr. Wolf que ha ingresado a nuestra empresa. Les pido
especialmente vuestra colaboración con él. Se le ha otorgado Carta Blanca, o
sea que tiene amplias facultades para revisar todo archivo, caso en trámite o
futuro programa. Desde ya queda claro
que no se le escatimará ninguna clase de ayuda, es más, se le brindará todo lo necesario para facilitar su labor.
Les agradezco de antemano en mi nombre y en el de la Dirección, la buena voluntad
de todos los presentes. El cargo que se le ha destinado es: Supervisor General.
Sus informes serán presentados directamente
a la Dirección. Específicamente, se dedicará a
las investigaciones, es decir planeamientos, nuevos sistemas, cambios
estructurales, etc. En fin, todo lo concerniente a la organización y correcto
funcionamiento de nuestra empresa. ¿Alguna pregunta?-
Nadie se dio por aludido.
Dirigiéndose al
flamante jefe, lo invitó a subir y decir unas palabras.
El
invitado-empleado subió, saludó y se presentó. Palabras de agradecimiento
dieron la apertura a su pequeño discurso
inaugural; manifestó la cordialidad que se le ofreció, más la oportunidad de poder estar presente en
esta reunión. Mostrando un poco de
amabilidad, comentó que necesitaría de la ayuda de todos los presentes, para
llevar adelante, en la mejor manera posible, que es lo que se esperaba, la no
fácil misión que se le había encomendado. Saludó y regresó a su asiento. El
hombrecillo tomó nuevamente el mando y luego de agradecer la presencia de
todos, dio por finalizada la reunión del día, agregando que a las 14.00 hs. se
serviría un lunch de bienvenida al flamante colega.
Empezó a caminar
rumbo a la salida, pero el hombrecillo que había dirigido la reunión se acerco
a él, extendió la mano, se presentó, requiriendo que lo acompañe a su despacho.
Tercer
capítulo
AI costado de
los ascensores había un pequeño corredor, hacia allí caminó detrás de su jefe.
Ya frente a una de las puertas, la abrió invitando a pasar. Era un hermoso
escritorio, propio de un director; amueblado al estilo colonial, muy agradable
y acogedor. Ambos tomaron asiento. El jefe abrió la entrevista:
-Estimado Sr., la ocupación que se le
asignó, requerirá de Ud. una absoluta dedicación. Recibirá toda la ayuda
necesaria; no escatime en sus pedidos, aunque quizás le parezca exagerado,
tanto su exigencia recaiga sobre el personal, servicios especiales o inclusive
dinero; todo lo que Ud. decida que es
necesario, se llevará a cabo. Nadie le reprochará, ni molestará en su trabajo;
repito nuevamente sobre lo expresado en la reunión general, Ud, tiene Carta Blanca,
y como lo expliqué anteriormente, tiene facultades para revisar todo archivo,
oficina o depósito, dentro de esta empresa. Se preguntará, obviamente, en que
radica propiamente su trabajo, ¿no es cierto? Pues bien, en eso, pura y exclusivamente
en eso, revisar, controlar, mirar, observar todo, ¡absolutamente
todo! Una vez por semana, preparará un informe, detallando todo lo que le
pareció raro, si hubo algo que no comprendió, si algo no le gustó, o si quizás algo le molesto. ¡No escatime
esfuerzos! Tómese el tiempo necesario, nadie le controlará, es Ud, dueño y
señor de sus investigaciones. Dentro de tres meses tendremos nuestra próxima
reunión, allí analizaremos su trabajo hasta entonces. Este es mi número de
teléfono, que solo Ud. conoce; llámame cuando lo crea necesario, no importa
la hora. Si necesita: llámame. Las oficinas trabajan en los horarios comunes;
hay departamentos que trabajan con horario continuo. Ud, no tiene horario fijo
que cumplir. Haga sus investigaciones cuando y como lo crea conveniente. Recuerde,
no debe dar cuenta a nadie de lo que hace. Creo que he sido explícito, no
obstante si tiene Ud. alguna pregunta o duda, lo escucho.
Sin titubear, el
aún anonadado empleado, primeramente agradeció la confianza brindaba, y en
segundo lugar insinuó el hecho de que el inmiscuirse en archivos, escritorios,
computadoras, depósitos, etc, lo convertirían rápidamente en persona non-grata,
produciendo una lógica resistencia, con su sola presencia, de parte de todo el
personal, y, especialmente de los encargados o jefes. En forma pausada agregó.
-No creo que tendré problemas en poder
afrontar este tipo de controversias, que seguramente se me presentarán en el
camino, pero me agradaría tener conocimiento, si es posible, sobre el resultado
de las últimas revisiones realizadas por la Dirección y si, a causa de los
detalles, tomaron la decisión de crear este puesto.
El hombrecillo
se levantó, caminó hacia un amplio armario lleno de cajones, abriendo uno,
extrajo una carpeta colocándola en las
manos del "nuevo
investigador". Sus palabras fueron más que convincentes:
-Lea el informe detallado de sus
obligaciones, formas de trabajo y demás pormenores pertinentes. Con respecto a
su pregunta, si, consideramos ese detalle, como Ud. lo llama, es por ello que
decidimos otorgarle un nombre distinto a su trabajo en la empresa. Sólo la
Dirección está al tanto de su verdadera función; tanto para el personal, como
para los clientes, funcionarios del gobierno, periodistas, etc., Ud. es el encargado
de la seguridad de la empresa en lo que a papelerío se refiere, ¿me explico?
-Lo entiendo perfectamente, Sr., pero
continuo sin encontrar la diferencia entre uno y otro.
-Pues es muy sencillo, caballero. Para
nosotros, entiéndase la Dirección, Ud.es el Investigador Interno en lo
que al personal se refiere; para todos los demás Ud.cuida la empresa frente al
exterior, ¿Ahora nota la diferencia?
Recién entonces,
el asombrado empleado cayó en la cuenta.
-Por supuesto, Sr., todo es muy claro y
conciso. Otra pregunta, por favor, dado que me ha hecho comprender que es un
puesto recién creado, deduzco que se han suscitado pequeños problemas, o
¿quizás grandes?
-Sus preguntas son claras y van
directamente al grano; nos gusta su estilo, no obstante, no estamos acostumbrados
a tantas preguntas, y para ser más conciso: aquí se reciben las directivas, y
no se hacen preguntas .Con Ud.haré una excepción, teniendo en cuenta que es
nuestro primer encuentro y debemos dejar bien en claro todas las pautas. Pero
le agradeceré que en lo sucesivo, trate de no elevar preguntas, pues ya fue
advertido del sistema reinante y acostumbrado aquí. Si, es verdad que se han
detectado ciertas infracciones, en uno o dos Departamentos, las cuales ya fueron
subsanadas; razón por la cual creímos conveniente estar preparados para que no
se produzcan ningún tipo de irregularidades de aquí en más. Creo que podemos
dar por finalizada esta reunión. ¿Está Ud. de acuerdo, verdad?
-No Sr., me disculpo, pero si su presencia
es requerida en otro sitio, no lo tomaré a mal, lo dejaremos para otro momento,
cuando Ud. lo determine. Le pediría, eso si, que sea en la brevedad posible,
para entender lo que ha ocurrido, y de esta manera analizar lo que está
ocurriendo, y lograr que no ocurran en el futuro problemas similares. Cada
detalle que se me ofrece, es muy indispensable para el logro de mi tarea. Por
lo pronto requiero, dentro de las posibilidades, por supuesto, estar al tanto
de lo siguiente, 1) en que consistieron esas irregularidades; 2) en que Departamentos
ocurrieron.
Notó que había
desaparecido en forma completa la sonrisa ofrecida, por el simpático dirigente,
desde el comienzo de la entrevista, vislumbrándose en su cara, una seriedad
excenta de sentimientos, como la de los jugadores de poker, la irrigación
sanguínea aumentaba en su cara, y parecería que se salía de si mismo.
-Su pretensión de interiorizarse en las
deliberaciones de la Dirección, las considero impertinentes y fuera de lugar.
Se le ha especificado perfecta y minuciosamente el trabajo a realizar, se le
han otorgado atribuciones que a ningún empleado de la empresa se ofrecieron,
ni soñó recibirlas. No obstante a Ud. no le es suficiente, pretendiendo algo
utópico. Le recomiendo que comience a trabajar, dado que la dirección requiere de
sus informes a la brevedad posible.
Dicho esto se
levantó mostrando su decisión de haber terminado la reunión. El empleado
permaneció sentado, sin sacarle los ojos de encima al ejecutivo. Éste, que al
parecer no entendía el proceder del
subalterno, lo miró directamente a los ojos, y ya completamente enervado,
exclamó:
-He dado por
finalizada la reunión, Sr. ¿o es que no se ha percatado?
El susodicho
contestó en forma pausada y casi a media voz:
-Ud. mismo explicó a los Jefes de
Departamento sobre la necesidad de ofrecerme TODA la ayuda y colaboración
necesaria, Ud. mismo me recalcó lo importante de mi misión, Ud. mismo ha hecho
hincapié, recalcándolo una y otra vez, que no se me negaría nada de lo
que yo pida o crea necesario, Ud. mismo, paradójicamente, es ahora el que se
opone, en forma rotunda, a brindarme las herramientas imprescindibles, para
que yo pueda efectuar mi trabajo. ¿Dónde se ha visto que un profesional, y no
importa cuál es su especialidad, se le exija trabajar sin las herramientas
necesarias?
¡Por favor, por
favor! Ahorrese su contestación, ya me la imagino. Solicito como requisito
primordial e inamovible, reunirme con la Dirección de la empresa. Si es que Ud.
no está autorizado a brindarme lo que yo ¡necesito!, y, si la respuesta es negativa, requiero que
se me lo notifique por escrito para evitar males entendidos. Desde ya, por
favor, comunique a la Dirección, que de ser así, presentaré mi renuncia. Ha
sido muy amable de su parte haberme recibido, se lo agradezco sinceramente. El
ofuscado empleado saludó y salió del
escritorio.
Cuarto
capítulo
Ya camino a su
oficina, repasó lo ocurrido. Trató de calmarse.
Decidió sentarse en el sillón y no hacer nada, solo esperar; pidió un
café. Una de las secretarias le recordó que dentro de diez minutos se serviría
el refrigerio en su honor. Pasaron unos minutos, sonó el teléfono, una voz de
hombre, para variar, que se presentó como Director del Personal, lo invitaba a
su despacho luego de finalizar el refrigerio.
Agradeció la invitación, manifestando
además que de no ser atendido su
pedido, del cual descartaba que ya estaba enterado, consideraba superfluo la
realización del evento con el personal, pues su renuncia estaba en pie. Hubo
silencio en la linea, a los pocos segundos le contestó que volvería a ponerse
en contacto a la brevedad posible. Escasos segundos antes de la hora fijada se
le informó por el conmutador, que el encuentro con el personal había sido
suspendido; era obvio y no le llamó la atención.
Para ocupar el
tiempo, leyó el informe de las noticias del día, en Internet. En eso estaba cuando escuchó unos suaves
golpecitos en la puerta, como era su costumbre, respondió con un:- ¿si?-
Entró una
hermosa mujer, de unos cuarenta y cinco años, no más, ataviada sencilla pero
con finura, muy en la moda; pasos cortos, seguros y lentos. Se acercó, ofreció
su mano, solicitando sentarse frente al escritorio. El pedido fue aceptado, por supuesto, por el
Investigador, quién trató, con cortesía, averiguar con quien tenía el gusto de
estar reunido.
-Mi estimado Sr., soy la Presidenta del
Directorio de esta empresa, y la razón por la cual estoy aquí, es sencillamente
para tratar de contestar todas sus preguntas, así que, por favor, vamos al
grano, si no le molesta...
Las palabras no
le salían, no podía dar crédito ni a sus ojos ni a sus oídos, no podía ser
cierto, debía estar soñando.
-Por favor Sr., empecemos, si esta Ud. de
acuerdo, ¿si?
-Sra., le agradezco que se haya Ud, dignado
a entrevistarme, le aclaro que no fue en ningún momento mi intención, solo pedí
entrevistarme con la Dirección, y no creo que era necesario molestarla, ha
habido un malentendido, mil disculpas por la parte que me corresponde.
-Debo aclararle que no sólo ocupo el cargo
que antes le mencioné, sino que, además, tengo bajo mi poder el 65% de las
acciones; éste detalle y otros, que posiblemente los descubra en el desarrollo
de la entrevista, le agradecería que queden entre nosotros, por supuesto Ud. lo
entiende, ¿no? De esta forma, queda comprobado lo que se le explicó en los
comienzos del día, es decir que para Ud. no hay ni habrá secretos, de ninguna
índole. Ahora que está esto aclarado, ¿Podemos continuar?
No podía salir
del asombro, sorpresa, intriga. No resultaba cabal el hecho que esta Sra.de tal
nivel, tanto empresarial, administrativo y social, abandone todas sus
ocupaciones, y elija conversar con él, y en su oficina; sencillamente no
creíble. Recapacitó, acomodó sus ideas y
expresó:
-Sra., agradezco nuevamente su gesto de
venir a mi oficina, no dejo de admirar su proceder, con el fin de satisfacer
mis inquietudes respecto a mi labor encomendada; juntamente con ello, deduzco
que la importancia del trabajo que debo llevar a cabo, es de mayor envergadura
de lo que al principio creí.
Todos los
detalles que me fueron informados por el Director, con el cual tuve una reunión
previa, los considero insignificantes.
Me explicaré: el
hecho de su presencia aquí, sólo me indica la desesperada necesidad del
comienzo de mis investigaciones, y me otorga una pauta de la gravedad de las
irregularidades que se han descubierto. Es por ello, que es indispensable poner
en mi conocimiento todo lo ocurrido. Por favor trate de no eludir ningún
detalle, por más insignificante que parezca. La escucho con todos mis sentidos.
-Supuestamente, pues me baso en lo que se
me informó, personalmente no lo he comprobado, se produjeron serios desfalcos
en cifras de seis ceros, que tuvieron lugar en el Departamento de Propaganda,
en conexión directa, es natural, con la Tesorería. Dado que todo fue
descubierto por nuestro personal, sin ninguna intervención externa, no se ha
dado parte a la policía, para evitar toda serie de comentarios y pormenores,
que a la prensa tanto agradaría, y evitar de esta forma habladurías y conjeturas
que en nada beneficiarían el buen nombre de la empresa, ocasionando, como Ud.
bien entenderá, una directa reacción en la bolsa de valores con respecto a
nuestras acciones, con el lógico descontento de los accionistas. Con respecto a
los infractores, se han tomado las medidas pertinentes, o sea, han sido
despedidos. EI importe del desfalco, se lo anotó en el rubro Pérdidas, del
Balance Anual. ¿Que más necesita saber?
La
empresaria se notaba nerviosa, a tal
punto que durante su explicación, caminó hasta el ventanal, encendió un
cigarrillo, llegó a la puerta de salida, y volvió a sentarse.
-Estimada Sra., no pongo en duda nada de lo
por Ud.narrado, es más, admiro la confianza que se me brinda en mi primer día de
trabajo. Pero por favor no me subestime, ni me considere tan ingenuo. Todo aquí
indica un encubrimiento muy bien organizado y planeado. La forma en que fui
recibido por el Director, quien me presentó oficialmente a los distintos jefes
de departamento; sin dejar de lado el cambio brusco en su proceder al
interiorizarme con impertinencia, según sus palabras, al pedir más detalles
sobre lo ocurrido; sumado a ello que al solicitar una reunión con el
Directorio, Ud, en persona, me visita en mi oficina. Y como broche de oro se me
pone en conocimiento la forma infantil por la cual optaron para tapar todo el
asunto del desfalco. Todo esto ha prendido una luz roja frente a mí, obligando
a ponerme en guardia, pues es ésta una muy rara situación, no estoy seguro si
estoy dispuesto a entrar en ella. Por el momento sepa Ud. disculparme, pero es
ésta mi manera de proceder.
Las últimas
palabras las expresó con firmeza, para dejar bien sentada cual era su posición
y cual su forma de trabajar.
Las facciones de
la cara se endurecieron y lo que antes pareció nerviosismo, se convirtió en
dureza; el aspecto de damita de la alta sociedad, con sus estudiados modales, transformose
en el de una típica y fría empresaria, con ojos que vislumbraban todo, menos
amabilidad.
-Sr., parece que ha olvidado de momento,
¡con quien esta Ud. hablando! Ha hecho
caso omiso de cual es su posición dentro de esta empresa. Es Ud. un empleado en
éste su primer día de trabajo, y, si no le parece o no está de acuerdo con las
condiciones, en Ud. la decisión de convertirlo en su último día aquí. ¿Cual es
su decisión?
-Agradezco nuevamente lo que se me ha
ofrecido. He tenido muchísimo placer en haberla conocido, pero este puesto no
es para mí, lo lamento.
Ella se levantó,
se acercó al escritorio, tomó un papel de notas y una lapicera, escribió algo,
entregó la nota a su interlocutor. Salió sin siquiera saludar.
Quinto
capítulo
En el papel
había un número de teléfono celular, y además: "Llámeme hoy, entre las
20 y 21 ¡¡sin falta!!
Releyó la nota
una y otra vez; lo allí escrito era simple y sencillo. Los pensamientos
revoloteaban, ahora si que no entendía nada. Al final tomó la decisión de
efectuar el llamado telefónico y escucharla; no arriesgaba nada y por lo menos
saciaría su curiosidad, que a esta altura era inmensa. Avisó a la secretaria
que se retiraba y que hoy ya no retornaría. Salió, buscó un restaurante
cercano para almorzar.
Mas tarde, ya en
su casa, preparó un cafecito, se acomodó en su sillón, y dio rienda suelta a
sus pensamientos para analizar todo el desarrollo de lo acontecido, en aquella
mañana tan especial. Dedujo, y eso es lo que le fue planteado a Ia Presidenta,
que allí había gato encerrado; pues dos más dos son cuatro, no tres ni cinco.
Mucha amabilidad, sueldo muy llamativo, casi exagerado diría, empresa con
sistema carcelario, organización exagerada, estricta y sin lógica, preguntas
sin respuestas contundentes. En fin un laberinto indescriptible e intransitable.
Llamó a las
20.35; ella misma, como lo supuso, contestó con un tono de voz suave interrumpido
por suspiros entrecortados. Pidió disculpas por la forma en que se había
desarrollado la frustrada reunión, consultando además, sobre la posibilidad que
existiría, sobre un nuevo encuentro, inclusive esa misma noche, en su casa,
alrededor de las 22.30; para tratar de solucionar y aclarar los puntos y
cláusulas que quizás quedaron pendientes.
No salía del
asombro al escuchar tal proposición. La aceptó sin dudarlo un instante. Recibió
la dirección de la residencia, pues allí creyó la empresaria, que sería el
lugar más conveniente, para evitar toda clase de posibles habladurías, según
sus palabras.
Sobre Ilovido,
mojado, dice el refrán. Esto ya sobrepasaba todo lo imaginable;
¿Lo recibiría en
su casa a esas horas de la noche? no podía ser, inconcebible !Sin sentido!
Un buen baño,
ropa informal, nada de traje ni corbata. Optó por tomar un taxi, pidió al chofer pasar por una florería en el
camino. Le pareció correcto una rosa blanca, con un envoltorio sencillo y
discreto. Durante el viaje, distraido, metido en sus pensamientos, no se
percató del trayecto; al detenerse el vehículo escuchó la pregunta tradicional:
¿Debo esperar?
De seguro me
tomó por un emisario, pensó en mente. Contestó que no, pagó y descendió del
coche.
Se encontraba en
las afueras de la ciudad, frente a un hermoso portón de hierro forjado, con
finos ormamentos decorativos, lógicamente cerrado.
A un costado un
intercomunicador, llamó, se le informó que en segundos lo pasarían a buscar (??)
Posiblemente habría una cámara oculta, evitando así, las preguntas de rutina. Apareció un vehículo y fue invitado subir a
él.
Viajaron a lo
largo de un camino arbolado… unos cuantos minutos hasta que llegaron frente a
una preciosa y no muy grande mansión; el coche se detuvo, al descender apreció
unos inmensos canteros a ambos costados, repletos de flores, mejor dicho de rosas,
y todas de un solo color, blancas. No supo si reír o llorar, optó por lo
primero; cuando se abrió de par en par la puerta de entrada, un mayordomo
ataviado según las reglas, dio la bienvenida, acompañándolo a un salón al
costado del hall principal. Fue invitado a tomar asiento informándole que la
Sra., en unos instantes acudiría a recibirlo.
Aprovechó para
echar un vistazo a su alrededor. Cortinados en un verde claro tapaban unos
inmensos ventanales, no por completo, pudiéndose apreciar unos amplios jardines
completamente iluminados allí afuera; el mobiliario era muy de época, estilo
francés, discreto y acogedor. Cuando apareció la dueña de casa, él estaba
mirando un cuadro que llamó su atención
en especial. Ella, vestida en forma deportiva como si estuviera por
participar en un partido de tenis, o algo similar. Se acercó y con una
preparada cordialidad rompió el silencio del recinto.
-No
encuentro las adecuadas palabras para manifestar mis sinceras gracias, al haber
Ud.hecho lo posible para que nuestra reunión se lleve a cabo. ¿Desea tomar
algo? ¿Prefiere frío o algo caliente?
El visitante
estaba por contestar, cuando se abrió una puerta de costado, el mayordomo, se
dirigió a la Sra., diciendo algo que no alcanzó a captar,
-No, eso es todo
por hoy, puede retirarse, gracias- Fue la contestación, y el susodicho salió al
instante.
-Todos mis empleados en la casa son muy
serviciales y competentes, pero por las noches me gusta quedarme sola, es por
ello que al terminar sus servicios les permito retirarse hasta el día
siguiente. Todo el día estoy rodeada de gente, y por lo menos las horas de la
noche las comparto conmigo misma, ¿no le parece razonable?
-Creo
que es algo muy personal, está en cada
uno decidir cual es su predilección; no obstante el hecho de quedarse sola en
una casa, que por lo visto no es chica, es para pensarlo, no sé, lo considero
un poco arriesgado, ¿no?
-Bueno, no importa... no me contestó con
respecto a que desea tomar...
-Preferiría alguna bebida fuerte, si no es molestia,
por supuesto.
La anfitriona se
dirigió a una pequeña repisa repleta de botellas. Mientras preparada los
tragos, nuestro invitado observó que en la repisa que estaba sobre el fogón,
descansaba el envoltorio con la rosa blanca, que había entregado al mayordomo.
No pudo con su genio, envió la pregunta al aire:
-La elección del tipo único de flores, del
mismo color, que dominan ambos lados de la entrada de la casa, ¿fue suya?
La Sra. volvió
con dos hermosas copas, entregó una al invitado, se sentó frente a él. Tomó un
pequeño sorbo, echó un fugaz vistazo en dirección al fogón y se sonrió.
-Tiene Ud. una muy peculiar manera de
demostrar su desacuerdo con el proceder de las personas; tenga cuidado pues
ésta costumbre le podría ocasionar males entendidos, o inclusive enojos, ¿nunca
lo pensó?
En aquellos
instantes el aun sorprendido empleado se percató que el motivo de la reunión
pasó a segundo plano, pero como se sentía a gusto, dónde y cómo estaba,
optó por seguir la corriente.
-Siempre supe reaccionar en forma positiva
a cualquier clase de controversia producto de mi proceder, que no siempre se
adecua al pensamiento de las personas con las cuales trato. Es ésta una de las
razones, aunque parezca paradójico, que me han brindado, en más de una ocasión,
buenos resultados, y a buen entendedor, huelgan las palabras.
-Su seguridad y la confianza que tiene Ud.
en si mismo, me atrevería a decir, quizás contagiosa, no deja de ser chocante,
dando lugar, como en éste caso, a pensar que se está Ud. sobrepasando, hasta
podría tomarse como una falta de respeto a la persona que le ha invitado a su
casa. ¿Es posible que ello no le molesta, o no le hace recapacitar,
reconociendo que se ha extralimitado?
-Con todo el respeto que Ud. se merece, le
recordaré, pues aparentemente lo ha olvidado, o quizás no, la razón de mi
visita, que fue especificada perfectamente en nuestra comunicación telefónica,
la cual acepté pues la considere importante y urgente. En otras circunstancias,
muy distintas a éstas, no tendría inconveniente alguno en platicar con Ud.;
pero en este momento no estoy dispuesto, bajo ningún punto de vista, escuchar
consejos, y/o sermones, sobre mi manera de expresarme, actuar, ni mucho menos.
Y, si existe aquí alguien que se ha extralimitado, queda muy claro que no he
sido yo. Le agradezco el trago, le deseo que pase muy buenas noches, Sra.
Dicho esto se levantó, y por sus propios medios encontró la salida. Salió a la
obscura noche, encaminado rumbo al portón de entrada, pero a escasos
cien metros escuchó un coche acercarse por detrás. Se detuvo, el conductor
se bajo apresurado, abriendo la puerta trasera e invitándolo a subir para
llevarlo a donde se le indicase. Dudó unos instantes pero dada la hora avanzada
y la distancia que lo separaba de la ciudad, aceptó.
Sexto
capítulo
Al día siguiente
se despertó a media mañana; preparó un café fuerte y fue a
escuchar los
recados grabados
en el contestador. Se sorprendió al
escuchar la dulce voz de la Sra., que, después de tres o cuatro frases de
disculpa, por lo que ella consideraba mala interpretación, lo invitaba el fin
de semana, o sea al día siguiente, a un pequeño paseo junto a ella y un grupo
de amigos, en su yate; además recomendaba traer ropa adecuada. Desde ya
agradecía de antemano la supuesta aceptación.
No supo como tragar
el mensaje. Como disculpa, señal de reconcilio, o una forma de soborno,
preguntándose ¿que podría tener de interesante reunirse con "sus"
amigos?
Otra de las
llamadas era de su abogado-agente-amigo-asesor; quien le pedía comunicarse
con urgencia.
La secretaria
que contestó, informó que su jefe estaba en Tribunales, recién volvería después
del mediodía, pero que el restaurante donde almorzaría era muy bueno y que el
estaba invitado. Recalcó, eso si, que este allí sin falta, según el pedido del
Jefe.
No salía del
asombro con respecto a la urgencia de su amigo. No recordaba ningún
asunto pendiente o cosa parecida. Lo atribuyó a su manera de ser. Con seguridad
allí servirían un plato especial ese día y quería compartirlo. Se preparó para
acompañarlo.
La urgencia
estaba muy bien fundamentada, era verdadera, y nada que ver con sus
adivinanzas. Llegaron a oídos de su asesor, pues era el comentario ardiente de
los últimos días, el gran desfalco descubierto y con tendencia a encubrirlo,
perpetrado en la gran empresa en la cual él había comenzado a trabajar aquella
semana, lo cual quería comentar y conversar al respecto.
Narró, con lujo
de detalles, todo lo ocurrido desde el primer momento que entró en la empresa;
todos los beneficios prometidos, la ayuda que se le brindaría, el puesto de
jerarquía que le fue destinado, en fin, las mil y una. También relató sobre la
pared de contención con la cual topó al tratar de averiguar un poco más de la
cuenta, según las reglas de la Dirección, o quien sea que las implantó.
Los encuentros
con la Sra. Presidenta del Directorio, relatados con lujo de detalles, fueron
tema de
comentarios muy especiales por parte de su amigo, después de escuchar el relato.
Al finalizar el análisis de lo acontecido, desde distintos puntos de
vista, y en especial desde el suyo, cosa de resguardar sus
intereses, el experto constató con
completa seguridad de que su actuación había sido correcta. Aconsejó encarecidamente, mantenerse alejado,
lo máximo posible, de todo lo relacionado con la empresa en cuestión.
En lo pertinente
al paseo del fin de semana, al cual había sido invitado, al cual insistió ser participe, y después de
un leve intercambio de ideas, en pro de su parte, y en contra de su abogado,
logró convencerlo. Se impuso una sola franquicia: debería corroborar sin
ninguna duda, que la invitación partía de ella, y de ningún otro. No sea
cuestión de enredarse en quién sabe que tejes o manejes.
Séptimo
capítulo
El taxi
lo dejó a la entrada de la marina norte de la ciudad, a las 06.30 en punto,
como fue pedido. Consultó al guardián sobre la ubicación de la embarcación
requerida. El hombre sonrió, indicó que
caminase a lo largo del muelIe y agregó:
- La
encontrará sin ninguna clase de ayuda.
Y así fue
exactamente. De lejos divisó esa
majestuosidad anclada al final del muelle. Constaba con varios pisos de altura;
calculó unos cincuenta o mas metros de escolla, el mástil central entraba en la
bruma, bastante espesa a esas horas tempranas, sin poderse apreciar el extremo
superior del mismo. Una camioneta estaba descargando productos, dedujo que eran
las provisiones para la corta travesía del fin de semana. Intrigaba saber
¿cuántos serían los pasajeros y quiénes eran? Comenzó subiendo la escalerilla
de acceso, no pudo dejar de asombrarse del tamaño y belleza de la embarcación.
No alcanzó a llegar hasta la cubierta, aparecieron dos
mozos vestidos como marineros en
la parte superior, rápidamente tomaron el bolso y lo
invitaron a seguirlos. Llegaron a un bar recibidor; allí encontró
dos guapas jóvenes, alrededor de los treinta, sentadas en sendas butacas
altas frente a la barra, tomando tradicionales
martinis, servidos por un uniformado barman de color.
Se sentó cerca de ellas, pidió una cerveza suave.
-¿Es Ud.
miembro de la tripulación?- La pregunta
le molestó, pero contestó con cortesía,
-No, pero quizás podría ayudarlas
¿Qué
necesitan?
-Perdón,
perdón, pero es que estamos aguardando aquí ya hace más de media hora, sin
saber qué ni a quién.
-Quédense
tranquilas, me ocuparé del asunto, espérenme aquí hasta que yo vuelva,
¿okey?
Salió a cubierta, caminó hacia el centro de la nave.
En una pequeña puerta un cartelito: Control; entró y a los pocos metros otra
puerta, la abrió encontrándose en un recinto lleno de computadoras, teléfonos,
y otros raros aparatejos; se dirigió a uno de los oficinistas, solicitó enviar
un mensaje urgente; dio el nombre y dirección del destinatario.
Al escuchar pronunciar el nombre de la Sra., el
marinero se ruborizó, expresándo a media voz, que "ella" estaba a
bordo.
–Siendo así - Le contestó - Desearía que se
le notifique que dos señoritas están
esperando en el bar, ya hace más de una hora.
Volvió al bar, comprobó que ellas ya no estaban. El
barman supo informar que
se habían retirado hace unos escasos minutos
acompañadas por el encargado
de las visitas.
Tomó asiento, pero esta vez en un confortable sillón
frente al ventanal, a través
del cual se gozaba de un mar de azul rabioso. Pidió
otra cerveza y decidió esperar
Después de la segunda cerveza, ya un poco nervioso,
nuevamente enfiló al Control, exigiendo del oficinista enviar otro mensaje a la
Sra., pero esta vez disculpándose pues debería retirarse para atender unos
asuntos de urgencia. Bajó bastante
enfurecido la escalinata. En unos pocos minutos llegó a la entrada de la
marina, por suerte había un taxi
aguardando clientes. Ya dentro del vehículo llamó a su amigo, a pesar
de la hora temprana y de ser fin de semana, invitándolo a salir de paseo ellos
dos solos, fuera de la ciudad. Por supuesto que aceptó. Le informó que ya
estaba camino a su casa.
Viajando rumbo a la salida de la ciudad, le ofrecíó
decidir el rumbo a tomar. Sin pensarlo
Mucho, tomó el camino hacia el sur, o sea a la zona de
las praderas.
Durante las primeras horas, casi no hablaron. Al
deternerse para cargar combustible,
decidieron tomar un cafecito. Ya sentados, gozando de
la paz reinante en aquella zona
campesina y deleitando el café humeante, le comentó,
con bastantes detalles, lo ocurrido
esa mañana.
Hizo hincapié en la forma en que había sido
humillado, al comprobar que indudablemente se lo dejó plantado, vulgarmente
hablando, más de dos horas, sin recibir ninguna clase de explicación, y/o
disculpa. Nunca, pero nunca, había recibido semejante desprecio.
-Apreciaría
recibir un buen consejo de tu parte, al respecto, pues considero imprescindible
reaccionar y contestar en una forma cabal, pero que vislumbre sin lugar a dudas
mi enojo, después de haber soportado tal vil actuación de esta sobre-estimada y
ponderada Sra.
Por suerte, este amigo, ducho y baqueteado, por sus
años de profesión, le demostró la
imposibilidad de efectuar ninguna clase de querella en
contra de dicha Sra.
Todo era una simple y frustrada relación entre dos
personas, que como ya ha ocurrido en anteriores ocasiones, no tuvo frutos.
Además, volvió a insistir en que se mantenga lo más
alejado posible de dicha Sra. y su empresa, pues a su punto de vista solo
aparejarían complicaciones.
Pasearon otro buen tiempo. Comieron en un lugar muy
pintoresco a orillas de un
río vecinal. Como se alejaron bastante, decidieron
pernoctar en un fino motel,
para pasar una velada placentera.
Para asegurarse de que nadie lo perturbarse aquel fin
de semana, desconectó el celular.
Al día
siguiente, después de un buen baño, desayunaron al estilo campestre: pan casero,
manteca, quesos, dulces y leche de producción propia del establecimiento.
Enfilaron hacia la gran ciudad, con una amplia sonrisa en los labios, una tranquilidad interna, que lograron hacerse prometer
mutuamente, que lo volverían a repetir.
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BETO BROM
Galilea
Israel
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Registrado-Safecreative
N° 1101268343652